Algunos especialistas denominan a la fibromialgia “La enfermedad de las emociones no expresadas”. Esto se debe al hecho de que a menudo, las personas afectadas por esta enfermedad reprimen sus emociones, conteniéndolas de tal manera que no las dejan fluir de manera natural mediante palabras o acciones. Nuestros estados emocionales pueden favorecer todo tipo de enfermedades: hipertensión, disfunciones cardíacas o trastornos nerviosos de diferentes tipos.
Las distintas dolencias pueden contribuir no sólo a transformar nuestra salud física, sino también a facilitar la curación a un nivel más profundo. La fibromialgia se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado y sensación dolorosa a la presión en unos puntos específicos (puntos dolorosos). Este dolor se parece al originado en las articulaciones, pero no es una enfermedad articular.
La fibromialgia es frecuente, la padece entre el 2% al 6% de la población, sobre todo mujeres. Puede presentarse como única alteración (fibromialgia primaria) o asociada a otras enfermedades (fibromialgia concomitante). El secreto está en descubrir y comprender los mensajes que encierran los desórdenes físicos para poder conocernos y vivir mejor.
Cuando una persona padece fibromialgia, no maneja sus emociones o pensamientos de manera eficiente. No hay discurso o acción física que le permitan liberar toda esa energía.
Por este motivo los trastornos depresivos debilitan nuestro sistema inmunológico, mientras que la armonía y el bienestar expresados a partir de sentimientos como la alegría o el enamoramiento, lo fortalecen.
Para entender esta conexión, antes tenemos que reconocer que la mente y el cuerpo son un todo”. Normalmente, consideramos al cuerpo como un “envase” que nos acompaña, al que debemos cuidar y que cuando se daña deban llevar al médico para repararlo. “Lamentablemente esta visión es muy limitada.